jueves, 17 de mayo de 2012

Heidegger



Heidegger plantea un problema, que es la pregunta por el ser como algo constitutivo y fundamental de toda tarea filosófica. Se propone delimitar los ámbitos de lo ontológico (ser) y lo óntico (ente). Asimiló al ser con la permanencia y la eternidad y al ente efímero y cambiante. Heidegger intenta establecer una ontología distinta, una superación de la metafísica, con respecto al ser, mediante una analítica existencial. El hombre es el que se pregunta por el sentido del ser, por lo tanto, cualquier estudio de la cuestión del ser debe examinar previamente lo que es el hombre. No debería ser examinado de una forma genérica, sino como algo que abre la visión del ser a través del cual se deja oír su voz. El ser se despliega en el absurdo de lo dado, un lugar desde el cual se proyecta irrevocablemente mas allá de sí mismo. El hombre es una anticipación de si mismo porque es un ser en el mundo.

Heidegger propone invertir la fenomenología en la hermenéutica, ya que no está libre de prejuicios ni puede considerarse neutral y transparente. Nuestra propia existencia encarna una determinada representación e interpretación del mundo.

El ser es lenguaje y tiempo. Cualquier respuesta acerca de la realidad se halla manipulada previamente, ya que siempre existe una precomprensión acerca de todo lo que piensa. Esta precomprensión de las cosas produce una circularidad natural en la comprensión que va de lo incomprendido a lo comprendido, y que ha sido denominada "círculo hermenéutico". Por ejemplo, para responder a la pregunta "¿Qué es una obra de arte?", es necesario saber previamente qué es el arte.

El hombre es un proyecto incompleto que debe asumir la muerte como u fin radical. Vivimos en un mundo que es nuestro espacio y posibilidad de realización. Por lo tanto, puede ser considerado un utensilio, un instrumento que utilizamos para realizarnos.

En la medida en que nos servimos del mundo y lo instrumentalizamos para nuestras acciones y proyectos, creamos una relación con él que varía dependiendo no sólo de los condicionantes históricos y temporales, sino con cada individuo. El hombre crea mundo, hace mundo, dependiendo del uso y de los fines que lleve a cabo. Heidegger advierte de los peligros de la técnica.

Nuestra existencia es preocupación surgida de la angustia. Debemos hacernos responsables de nuestra propia vida, asumir nuestra propia muerte sin dejarnos fagocitar en nuestra relación con los objetos y sus funciones. La vida inauténtica nace del ocultamiento de lo terrible de nuestra condición. La autenticidad consiste, según Heidegger, en reconocer que somos un ser para la muerte, única vía de acceso a la libertad.

Pese al rechazo que ha supuesto su posición política frente al nazismo, es indudable que Heidegger ha sido uno de los filósofos más importantes e influyentes en el nuevo panorama de la filosofía contemporánea, muchas de cuyas corrientes, como el existencialismo y la hermenéutica, se han configurado en un inevitable diálogo con su obra.

Realizado por: Pedro de la Lastra

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